Esta mañana, demasiado temprano para no haber sido volviendo de una fiesta decrépita, me encuentro un titular que hubiera hecho destilar una columna inconmensurable a José Luis Alvite. Ha sido la primera persona en quien pensé.
Pretenden prohibir las «miradas impúdicas» en el ámbito laboral desde ese Ministerio que alcanzó una señora por una carambola de la democracia y la cama. Una vez abandonada por su jefe y macho alfa, en el quicio de la mancebía, se ha unido con sus amigas al Convento Laico en la calle Alcalá.
Un Convento Laico mucho más retrógrado que las abadesas del siglo XIV.
Pretenden prohibir «las miraitas». La esencia del roneo, el sueño de tantos tímidos, el principio del todo. Pretenden prohibir el pensamiento libre, pues tan libre es pensar en el anhelo comunista como en el sexo salvaje en los baños de un elegante salón de té con tu compañera de trabajo.
No tengo muy claro cómo van a diferenciar si un señor le está mirando el culo a su compañera con intereses libidinosos, estético, crítico o si está pensando en que puede pasar si el Betis empata el partido con la mirada perdida.
¿Cómo se analiza una mirada? Pudiera ser que en vez de interés sea miopía.
La cuestión no es baladí, una sanción laboral, un expediente en el trabajo, un ostracismo en el entorno de trabajo por una mirada. Como el tango.
Tenía yo una amiga en la juventud que pensaba que todos los zagales del universo la miraban y que era tan guapa y tan inaccesible que ninguno le «pedía salir», y bueno, cada uno cree lo que quiere, como aquella amiga de mi abuela que con más de setenta años decía que no se podía casar aún porque iban a pensar que lo hacía embarazada.
La otra duda que me surge es si la «mirada impúdica» es de una señora a un compañero de trabajo porque todos hemos tenido una compañera enamorada de su jefe, de su compañero, del de la gestoría que viene a primeros de mes o del chaval de Nacex al que espera soñando con que llegue el verano para que se quite la chaqueta y pueda ver sus brazos musculados mientras fantasea ¡impúdicamente! con que le meta de todo menos miedo (con perdón).
La siguiente duda es si la mirada es de una señora a otra. ¿No hay peligro de malos (¿malos?) pensamientos entre homosexuales? ¿No puede una mujer mirar a otra de manera sexual intentando adivinar el color de su ropa interior? ¿Por qué no sería sancionable en esta distópica realidad?
Las mujeres no somos seres de luz, quizás en el Convento Laico de la Laiquísma Madre Abadesa Montero no haya anhelos sexuales, erotismo, sensualidad, pensamientos ardientes, pero fuera de ahí las mujeres podemos, debemos y solemos mirar un culo e incluso comentar si está o no bien puesto.
Y, salvo que vaya acompañado de alguna ordinariez, dudo que haya policía de la moral que pueda juzgar si una mirada es o no impúdica, eso se queda para el examen de conciencia, laico, eso sí. Yo creo que no hay problema por una mirada, yo al menos no lo veo aunque ahora que le miro bien…
Precioso y real. Me encanta. Un saludo.
Me encanta poder volver a leerte gracias x hacer lo