POR UNA CABEZA

Vayan por delante mis excusas y mi más sincero arrepentimiento. A duras penas tengo tiempo para ir a la peluquería, lugar que antes era un placer personal y se ha convertido en un momento en el que los minutos cuentan el doble. Ojalá poder pasar por aquí más veces y dejar eso que se me ha cruzado en la cabeza, contar lo que acabo de ver y seguir dibujando la cotidianeidad que tanto me ha acompañado. La de veces que pienso que me sentiría mejor dejando todo lo que tengo dentro en mis gotas…y no puedo. En realidad escribir es en parte vaciar ideas, pero también es mi confesionario, mi sillón del psiquiatra, mi diván, mi borrachera.

Lo positivo es que he descubierto que hay un mundo ahí fuera donde el amor existe y hasta gana la partida, donde las personas se miran con el corazón en la mano y donde las sonrisas son sinceras. Ahí donde nadie lo ve, hay un amor que nace de dentro,  que no mira el precio de entregarse a otra persona y todo eso reconcilia con el ser humano. Ves unos ojos que brillan, unas manos entrelazadas, un suspiro que ahoga, un plan en el aire y se van los grises.

También he podido mirar a la avaricia cara a cara y decirle que no me interesa pelear por lo más banal entre lo terreno.  Y al egoísmo pude dribrarlo mientras me confundían con él. Pese a todo me han iluminado más las sonrisas ajenas y las lágrimas de alegría.

Hoy voy a aprovechar para felicitar las Navidades de una manera un tanto extraña, no está Bing Crosby ni Frank Sinatra, no voy a buscar las zambombas de Jerez ni a Rapahel, no voy a caer en los latines que tanto me gustan. Este año os voy a felicitar las pascuas con un tango. Esta es la canción que más me pongo cuando estoy triste y rebusco dentro de mí algo que me llene de Esperanza, que me haga sonreír, que me ate al mundo, a esa parte del mundo positiva y llena de amor que tengo constancia de que existe.

Mi Navidad este año es difícil, dolorosa, la estoy empezando a vivir como en tercera persona, pero me empeño en encontrar dentro de los demás lo que a mi me falta, como los ojos del otro y el contacto de su cuerpo mientras se lucha entrelazando las piernas, en un arrabalero y sensual, en un estúpido tango.

Feliz Navidad.