EL HOMBRE DE SU VIDA

-¿Sabes? Podías ser lo más parecido al hombre de mi vida y seguramente yo seré para ti la mujer de la tuya pero sin embargo no nos vamos a dar tiempo para ser nada.
Mientras hablaba, ella se subió los pantalones de espaldas a la cama, sin molestarse siquiera en mirar para atrás, sabía lo que había.
En el lecho, él se revolvió incómodo entre las sábanas de esa cama deshecha y arrugada, a penas le tapaban y sin embargo empezaba a contemplar la idea de salir huyendo sin tener claro hacia donde podía ir la conversación.
Abrochándose la camisa se enfrentó a su despistado contrincante de batalla y le sonrió, una media sonrisa, entre cómplice y aun coqueta…Despeinada y radiante estaba tan bella como lo está una mujer satisfecha. Con la luz propia.
– No te asustes, ha sido solo una idea en voz alta… un pensamiento ridículo…o puede que no. Dime… ¿qué tendría de malo, dónde está la complicación? Puedo creer que eres perfecto para mi, pero eso no implica que lo seas: ni perfecto, ni mío. Puede que seas tan ideal justo por el hecho de que no vas a ser nada…
Se agachó con suavidad para besarle en los labios a la misma vez que conseguía recopilar sus botas.
Sentada en el filo de la cama, a su lado, aún podía llegarle su aroma y el olor a sexo. Habían sido horas de batalla, de baile sensual de sus cuerpos, de entrega sin condiciones y sin reglas. Se habían comido, lamido, disfrutado….sin pedir nada a cambio, sin compromisos.
Le sorprendió el abrazo de él, que la rodeó despacio y le besó suave en el cuello, sin palabras, fue suave pero implacable y buscó desnudarla de nuevo. Ella se resistió …musitó un «tengo que irme» y por contra, se dejó llevar de nuevo, soltando las botas y volviendo a su cuerpo.
Intentando recuperar el aliento, le miró a los ojos intrigada y sincera, ¿cómo debía interpretar este último gesto, esta vuelta a la más íntima complicidad?
Mañana quizás se lo plantearía…

LA CAJA

Volvió a meter la ilusión en su caja, y apretó levemente el precinto para que quedara bien sellada. Hacía tan poco que lo había quitado que aún pegaba, no le había dado tiempo a secarse.
La desilusión existe por la contraprestación de la ilusión, y cuanto más dura en el tiempo esta última, más grande es la primera. Por pequeña que sea al nacer una ilusión, los días la van cebando y aunque a veces quedan pequeñas cantidades por el camino, a poco que pasen los días se va haciendo cada vez más robusta. Y obviamente al romperse…duele.
Esta vez tenía claro que había sido un error ilusionarse así que no merecía ni siquiera más de dos suspiros… ni para lágrimas daba. Aunque bien pensado, podía empezar a derramar alguna pero no por la desilusión, sino por la estupidez condensada en estupidez humana -la más tonta de todas-, esa que la caracterizaba respecto a las expectativas creadas.
¿Qué necesidad había de montar castillos en el aire? Quien dice castillos…dice casetas de perro…que tampoco había que dramatizar más de la cuenta…pero dónde estaba la urgencia de abrir las solapas de una caja que la última vez tanto trabajo le costó cerrar…
Si es que se llenaba de preguntas y luego sabía que era mejor no contestarlas, que se iba a encontrar frente a frente con verdades que le molestaban o con realidades que estremecían el alma.
Esto era sin duda lo peor, mirarse a ese metafórico espejo del hoy y del ayer, por lo que mostraba y por lo poco que dejaba mirar al pasado, no era un cristal traslúcido, la opacidad trasera le hacía contemplar un futuro nulo, oscuro, denso.
Miró la caja y volvió a presionar, no por la desilusión de hoy, sino por todas las anteriores que le habían hecho trizas el corazón, las ganas, el futuro…cogió la caja con cuidado y la escondió al fondo del armario, donde no se viera,  intentando olvidarla para no volver a caer en la tentación de volver a sentir la vertiginosa emoción de ilusionarse.

FELICIDADES

Nació en el 17 y cuenta historias. No cuenta cuentos, aunque también lo hizo mucho, durante mucho tiempo, mas bien cuenta realidades vividas, relatos conocidos, paseos de ayer. Su memoria es fetén.
Ha vivido mucho, pero sigue haciéndolo con la misma alegría y la misma pasión que hace tantos años. Es invencible y reposada. Nació durante la primera gran guerra, vivó la segunda y la española. No habla mucho de ellas, alguna historia de irse al sótano y buscar café…Historia viva.
Es la mujer más elegante que he visto en mi vida, educada con unos firmes valores religiosos, interna en un colegio de monjas en Gibraltar, maneja de igual manera el saber popular español y la exquisitez de modales británicos. Es pura clase.
Nunca nadie llevó con más glamour y más estilo los pantalones, quizás Katherine Hepburn, pero no apostaría.
Habla y reza en inglés, sobre todo si se pone nerviosa, y también puede mantener alguna conversación en francés. Incluso hay palabras que le las dice en inglés antes que en castellano…o en castellano con acento inglés.
Es hermana, fue esposa, y siempre madre, abuela y bisabuela…y no olvida nunca a ninguno, siempre suena el teléfono si es tu cumpleaños o tu santo y se le pueden encargar rezos, lo mismo para terminar la carrera que para que los partos vayan bien. Aunque ella siempre reza por todos. Yo creo que a veces se duerme en esa retahíla de rosarios, pero ahí arriba los apuntan como si los hubiera murmurado porque saben que la intención cuenta.
No conoce el rencor, ni la envidia, jamás ha dicho una palabrota, ni grita…ha sido, es, leal, tenaz, firme en sus convicciones como ya no se ve a nadie, y a la vez acogedora, empática, consejera de muchos y paño de lágrimas de otros…incluso ahora.
Se ha ido adaptando a las necesidades, a los presupuestos familiares, a las tecnologías, siempre sonriendo, haciendo sacrificios en voz baja, sin estridencias ni golpes de pecho. Ha trabajado mucho sin que se note.
Deja frases con la delicadeza de un nenúfar que son sentencias y aún nos regaña si lo considera necesario, no le tiembla la voz al reprender ni la mano al acariciar.
Es la un ser especial y aunque ella se pregunta cómo es que lleva tanto tiempo viva, yo estoy segura que es para que algunos no perdamos el rumbo y podamos encontrarlo en ese mar de ojos casi transparentes con el que nos mira.
Hoy es su cumpleaños y estoy un poco lejos, no mucho, pero un poco, hoy soy yo la que levanto el teléfono y cuando la escucho todo se ordena e incluso me parece que tengo veinte años menos.

CORTARSE LAS MANOS

Le quemaban las palabras en la punta de los dedos…pero no se atrevía a teclearlas. Las nuevas tecnologías habían precipitado los acontecimientos…y eso no siempre era una buena idea.
Tiempo atrás, cuando alguien se sentaba delante de una papel de carta, -«recado de escribir» que se decía- se pensaban más las frases, se releían una y mil veces, y a veces, cuando había que repetir la epístola, el lastre que se había soltado vía papel, servía para descartar la idea y dejar que las ideas se enfriaran. Si la carta, salía redonda, con las palabras justas y el sentimiento (bueno o malo) bien plasmado, aún quedaba el reposo de la carta en el bolso, que permitía arrepentirse, cortarla a trocitos, quemarla en un cenicero, echarla al mar…pero ahora, la cuestión a tratar era inmediata, así que no servía de desahogo salvo que en un acto de emociones controladas, fueras capaz de guardarlo en «Borradores».
Tan valiente para escribirla, pensarla, e incluso sentirla…y tan cobarde para mandarla.
Luego estaba el momento de «Enviar»…sudor frío y arrepentimiento inmediato, releer deprisa, con el corazón en las sienes y el pánico en el estómago. Las preguntas amontonadas y el deseo de que por fin los errores de Windows sirvieran para algo…que tampoco se puede ir a esos buzones a interceptar la carta.
Así estaba ella, con las palabras en la mano, la frase contundente en la cabeza e incapaz de dar el paso, con un autocontrol desconocido…¿Cómo decirle que le echaba de menos? ¿Cómo atreverse a decirle que le dolía pensarle en brazos de otra? ¿Con que derecho podía decirle que se encontraba así? Ella tenía la culpa de lo que sucedía … o de lo que no sucedía…y sin embargo…
Mejor no hacer nada, a veces el silencio no trae consecuencias…

(A esa «miamiga», por esos ratitos…)

CUANDO HAY NOTICIAS…

He estado horas delante de este recuadro blanco.
He ido y he vuelto.
Se me han congelado las manos en el teclado y cuatro veces he borrado cinco la manera de empezar.
La lista de temas y de frases que apunto cuando se me ocurren, me miran desde el otro lado y no soy capaz de abrir un debate de las nacionalidades…
No tengo muy claro si debo decir algo o callar, si exteriorizar o si dejarlo todo dentro, envasado al vacío.
Tampoco sé lo que me corresponde: cuando tienes una noticia impactante que no se refiere en exclusiva a ti, no eres dueña de las reacciones ni de la publicidad del tema, aunque te duela, aunque te rompa por dentro.
Soy persona de coger el toro por los cuernos y mirarlo a los ojos, testuz con testuz, a ver quien gana. Y siempre gano yo. Porque yo no se jugar para perder, nadie dice que sea fácil ni rápido, pero ganar, seguro.
Después de respirar hondo, y llorar si es necesario, soy partidaria de empezar a dar pasos, y si no sé los que tengo que dar, preguntar sin vergüenza y sin miedo. Y también soy muy consciente de que los problemas, por grandes que sean no pueden ocupar el centro de la vida, hay que volver a la normalidad, a la rutina que todo lo cura, crear unas nuevas si es necesario, avanzar sin dejarse arrastrar. Por difícil que sea, por duro que parezca.
Ayer me tumbó una noticia. Y aún peor, tuve que transmitirla. Hoy ya estoy de pie. Dispuesta a pelear. Las batallas no se ganan solas. Aunque no sea del todo mi guerra.