Parecía fácil como si fuera ayer, y sin embargo llovía.
Parecía algo a estrenar ya vivido, un renglón reescrito, una infantil canción tatareada bordeando la vejez, una rutinaria caricia en la piel nueva, un suspiro por un dolor superado. El periódico de hoy con noticias de anteayer.
Quizás fuera por culpa de esas gotas furiosas de compás indeterminado en el cristal, por el recuerdo de los ojos transparentes heridos de dolor, por el frío que caminaba por dentro, por las palabras vacías, por las sonrisas huecas. Pero surgió.
La mente se refugia en lugares felices, en momentos cálidos, en un búnker a salvo del exterior y el enemigo está dentro. Los recuerdos felices son armas de destrucción masiva revestidos de bondad. Duran poco en la sonrisa, se deshilvanan en un instante, y después se convierten en añoranza, melancolía y lágrimas.
Parecía jodidamente fácil, y sin embargo llovía…