VOLCÁN DURMIENTE…O NO.

Me he dado cuenta de que hay algo que me impide escribir. No sé si esto sucede siempre o si es algo que sólo me pasa a mí. Reconozco ser bastante especial, por no decir rara, y ya no sé cuando voy al compás del mundo o con el paso cambiado. Hay veces que en la negritud propia dentro de la manada inmaculada intento  travestirme en beige para pasar desapercibida sin perder la dignidad de la cabeza levantada.

He rescatado textos de autores hablando de la sequedad íntima, nada que ver con el Vaginesil, sino con ese desierto que nace de dentro y que impide plasmar lo que se vive y se siente. No es falta de experiencia, no es que el mundo no siga girando y se pueda seguir observando desde la privilegiada atalaya de las letras, es que no sale la oportunidad ni el deseo de contarlo. Y mucho menos la capacidad.

Sigo sin acertar con lo que me pasa, lo reconozco. Tan acostumbrada estaba a mi rutina de las gotas, tan pertinaz era en la tarea, que jamás me planteé que me pudiera ocurrir. Es cierto que he tenido alguna laguna, puede que no supiera de que escribir, incluso -muchas veces- sólo salieran historias vacías y textos vacuos, pero siempre había un post nuevo todas las mañanas.

No voy a negar la desilusión que produce no avanzar. Son años luchando y al final sólo apetece bajar los brazos, entregar las armas, algún diccionario, y mirar por última vez la escalera antes de cerrar el portal para siempre. No es una mudanza, ni un embargo, es una ruta a la nada. Ni siquiera los pequeños proyectos me levantan el ánimo frente a las teclas y no sé si convertirme en uno de esos escritores (junta letras)  malditos que nunca llegaron a nada y ni siquiera después de una muerte colosal consiguen que haya un pequeño libro de hojas bastas y encuadernación barata, en el que figure de autor.

Mi libreta de notas tiene más tachones que nuevas ideas, y sólo consta una que apunté hace varios meses. Tengo pendiente escribir sobre las personas que tienen odio en su corazón, rencor, malas experiencias no superadas y que creen que están dispuestos a querer, incluso a amar, desde ese camino de vuelta. Lo cierto es que no retornan, siguen estancados en el ese punto, le ha cambiado el mundo alrededor pero creen que son ellos los que se mueven, algo parecido a la sensación de ver moverse el tren del andén de al lado. No pueden amar, son incapaces, porque el órgano vital donde sea que se acoge el sentimiento lo tienen ocupado por un velo negro que jamás les dejará ser feliz. Aunque lo intenten, aunque lo vendan a la galería, aunque rían, en la soledad de la noche si miran con sinceridad a su interior, descubrirán que se autoengañan, en la oscuridad no se ven los colores. Pero es algo demasiado intenso como para mostrar frivolidad ante el tema o relatarlo sin la seriedad debida.

También debo más de un texto dedicado a quienes de verdad se lo merecen y como son personas importantes para mí, lo sigo posponiendo hasta que me asalte la creatividad. Debo dar miedo porque no hay manera de que las musas vengan a atracarme. Igual las estoy esquivando y no me doy ni cuenta.

No sé si lo honrado es parar, si esforzarme en seguir, si abandonar para siempre o simplemente dejar que el desencanto fluya, la felicidad anide en mi día a día, seguir sonriendo como hasta ahora, (hoy, por ejemplo, tengo agujetas de reír) y asumir que esta batalla la he perdido. No sé si esa es la postura fácil y cobarde. Igual sólo soy un volcán durmiente…pero lo dudo mucho…

4 comentarios en “VOLCÁN DURMIENTE…O NO.

  1. Querida Rocío, yo elegiría la primera opción, parar, tomarte un respiro, unas vacaciones sin fecha de vuelta, pero nunca hacerlo forzada y mucho menos abandonar para siempre.
    Mentiría si dijese que todo lo que escribes es buenísimo porque eso no se da ni en los grandes escritores, pero tienes unas historias muy bonitas en tus escritos y yo te animo a que sigas, estoy segura de que cuando pase un tiempo y hayas descansado tu mente, surgirán otros preciosos relatos que seguiremos leyendo con gusto, ya has demostrado que sabes hacerlo.
    Un abrazo.

  2. Son temporadas, volverán las ganas y las ideas, seguro. El que escribe de verdad, escribe siempre incluso cuando no está escribiendo. Todos los procesos necesitan épocas de reposo y descanso.

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