Me cuesta caer en el estereotipo del día de hoy. Y lo hago todos los años porque me nace algo entre la indignación y el hastío que no puedo dejar pasar, y aquí, un año más, vuelvo a reivindicar lo contrario de lo que se establece…o matizarlo al menos. Cómo se nota que estamos en campaña electoral, todo se pega, menos la hermosura.
Para empezar no soporto los días de…lo que toque, ya sean de la mujer, de la mujer trabajadora, o de la trashumancia. No le veo la utilidad por mucho que me quieran convencer de que es una llamada de atención en el calendario para no olvidar las cosas importantes en la vorágine de vida que llevamos. Yo abogo por el día de las pelirrojas de mentira y que además lleve implícito regalarme cosas, puestos a pedir.
Odio, del verbo no lo puedo soportar, que me hablen con la diferenciación lingüística manida y forzada. Los plurales neutros se inventaron para no ser pedantes. Me angustia que me miren con lástima por ser mujer y me den cuotas por la manera en que micciono y no por mis habilidades, valores, conocimientos o valía. No quiero ni saber la cantidad de leyes estúpidas que se supone que me protegen, como aquella cantinela -que no sé en que quedó- que sancionaba los piropos…
Dicho esto, ser mujer en nuestro mundo, en nuestra realidad, no tiene nada que ver con otros hemisferios, ya está bien de sacar a pasear la pena y el dramatismo sólo cuando conviene. Esas mujeres sí que necesitan ayuda, de verdad. En nuestro día a día hay mucho por arreglar, por normalizar -sobre todo- pero no podemos caer en el epíteto conjunto cuando hay lugares donde la violación no tiene ni condena.
Aquí puede ser un hándicap pero por nuestra culpa, entre otras cosas. Yo sólo tengo que hablar en primera persona para darme cuenta de que tomé decisiones que llevaban la carga genética de la doble equis a la espalda, que por cuestión de no contar con familiares cerca, sueldos suficientes para apoyar las horas de trabajo, algún problema médico (no puedo conducir) y porque el embarazo es, indiscutiblemente, cosa de mujeres, relegué mi vida profesional al abandono y con la familiar por montera veo cada vez más complicado incorporarme a un mundo laboral real, lleno de impedimentos para cualquiera, cuanto más para mí.
Inciso: Parir no te hace madre. Hay hombres estupendos que no son menos que las madres y en ocasiones puede que tengan el instinto de protección, cuidado, mimo y desarrollo del hijo mucho más desarrollado que aquella que lo llevó dentro.
Inciso 2: No quiero decir, ni por asomo, más bien todo lo contrario, que la mujer trabajadora y madre descuida las labores de crianza y educación de los hijos. La madre trabajadora es incluso, en ocasiones, más eficaz, aunque sólo sea por el hecho de tener que organizar muchas facetas. Pero en este tema se corre el peligro de la generalización y no quiero caer.
Yo me reconozco culpable y no necesito que venga ningún político a decírmelo. Yo sé que decidí de una manera determinada y, aunque ahora lo vea con otros ojos, no hay tiempo para arrepentirse. Pero que no me den lecciones, que no me prometan futuros maravillosos de conciliaciones inexistentes. Quizás fui muy tonta, pero ahora he aprendido…no me utilicen. Gracias.
¿Culpable?, ¿por qué? Yo también odio los días de esto y de lo otro, muy de acuerdo con tu escrito de hoy.
Culpable de haber dejado mi vida profesional de lado, de pensar que luego sería fácil reengancharme a ella…
Pero arrepentida, no.
Me suena, tengo una «culpa» parecida.
Pues a ratos es difícil de gestionar, pero somos capaces de eso y de más. ¡Ánimo!