AMOR A ESTRENAR

Quizás porque tengo toda esa edad en la mirada que no corresponde con la cronológica, como me decía Alvite. A lo mejor porque soy más vieja de lo que dice mi documento nacional de identidad. Puede que porque siempre me dediqué a mirar para conocer y a reflexionar para empatizar. Y seguro que por todas las razones juntas, y sin más mérito que el de ser así por nacimiento, al cabo del tiempo aprendí que la mejor manera de querer a alguien no es aceptarlo con sus defectos y sus virtudes, tampoco es cuestión de conocer al dedillo su pasado para saber quien es, no es necesario, incluso puede ser perjudicial. Asumiendo que el respeto es imprescindible hasta para los desconocidos, cuanto más para los que hacemos nuestros, lo que de verdad ayuda a querer -incluso a amar-  a alguien, es considerar que nacen el día que los conocemos.

El kilómetro cero del amor no tiene que tener retrovisores, de ellos sólo nacen las preguntas, los celos, los remordimientos, el desasosiego. Da igual lo seguro que estés, lo enamorado que veas al contrario, surge la inquietud donde menos te lo esperas. Y de ahí solo puede germinar el desamor. Sí, es innegable que a más edad, más recorrido vital y sentimental, pero para qué rebuscar en historias perdidas. Es mejor empezar sin nada en la espalda, sabiendo o intuyendo que hubo otros suspiros, otros besos, otros abrazos, otras lágrimas pero sin necesidad de hurgar en ellos.

Me gusta pensar que cuando nace un querer, los ojos que miran de frente, con la impunidad que otorgan los sentimientos, lo hacen por primera vez, con la mirada a estrenar, porque sin duda, enamorados o no, es esa la primera vez que se encuentran las dos personas, y entonces, se desprecintan las sonrisas que llevan toda una vida esperando a ser enmarcadas. Es todo tan nuevo… Qué  importa si antes sonrió feliz frente a otro rostro, qué más da si hubo besos que le ensancharon el alma hasta hacerle estremecer y perder la cabeza llenando su vida de locuras y de remolinos en el estómago, todo eso le pertenece a otra persona y a la que está frente a una nueva oportunidad.

A lo mejor quedan cicatrices, pero eso no es más que piel curada, y si no importan las físicas tampoco deben importar las sentimentales. Están ahí, forman parte de la persona, como el color de ojos, como la manera de andar. Como mucho puede gustar acariciarlas, con suavidad, de manera distraída, porque justo ahí -donde ya no duele- es bonito deslizar la yema de los dedos, sin dar más importancia que el de un tacto diferente.

Reconozco que me apena ver que dos personas que se han querido dejan de hacerlo, no es bonito que se rompa nada. Aunque en ocasiones sea la mejor opción, y hasta alivie.Entiendo que una vez se termina una relación hay que pasar por el duelo (o por la cicatrización) pero aunque esté mal visto decirlo, siempre pienso que tienen la oportunidad de empezar otra vez, de encontrar esa persona que vuelve a ilusionar, de estrenar sentimientos, besos, caricias, maneras nuevas de amar o de ser amado, y eso es tan bonito…que si fuésemos más conscientes, los envidiaríamos…

Deja un comentario si te apetece por fi

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s