PORTAZO AL AMOR

«Pues no te compliques, ciérrale la puerta al amor», eso le dijo su mejor amiga justo antes de comerse un bocado de una mini tosta de alboronía con espuma de bacalao al pilpil. Masticaba saboreándolo y mirándole en la advertencia de que a partir de ahora le escucharía, porque era su amiga, porque era lo que debía hacer, lo políticamente correcto, pero que ya estaba todo dicho.

Reunirse con las amigas en cónclave o por pareja de confesión podía a llegar a ser una de las mejores experiencias vitales. También de las peores, dependiendo del día y si tocaba ser confidente o confesor, si secaba lágrimas ajenas o las derramaba. En ocasiones no había nada más que contar que rutinas de belleza, lo que se indigesta la rúcula o si los concesionarios de coches eran lugares entusiasmantes a la par que fríos. No siempre había un drama que contar. Había incluso días para las divagaciones existenciales y filosóficas, pero siempre con humor y entre risas.

Para hacer tiempo antes de contestar bebió un largo sorbo de su copa de vino. Era difícil admitir sin protestas lo que su amiga le había dicho, pero aun peor era no tener argumentos contundentes para negarlo.

– ¿Cerrar la puerta al amor, dices? ¿Y eso como se hace? Más que nada porque no tengo conciencia de habérsela abierto nunca.

– Pues está claro. Disfruta, vive, sonríe, pero no te enamores. El amor no deja de ser una complicación.

– ¿Y eso cómo lo hago? En serio, quiero saberlo porque no se tiene un interés previo. A ver, conoces a alguien, te gusta, te divierte, es recíproco y un día te encuentras pensando sólo en él y con unos nervios que te tienen sonriendo todo el día…

– Calla, calla. Eres pura dulzura. Elimina el sentimiento de amor. Hazlo igual pero sin ese romanticismo innato que parece que tienes.

– Verás, yo no soy como las de las telecomedias estadounidenses que van analizando y midiendo si ha llegado el momento de decir te quiero. Yo lo siento dentro y se me escapa hasta por los ojos. ¡Por amor de Dios! si cuando no te he dicho nada, y han sido pocas veces, me lo has notado antes de abrir la boca.

– Ahí es donde nacen tus problemas, no sólo eres una ingenua que cree en el amor…

– Eh

– Ni Eh, ni Ah, es verdad. Crees en el amor, confías en que sea el amor de tu vida. Lo sientes, lo gritas, te sale un luminoso en la frente. Y cuando acaba, porque siempre acaba, o el susodicho no te corresponde, o huye despavorido por tu intensidad emocional, aquí estoy yo para recomponer los trocitos que quedan de ti…

– ¿Y eso está mal?  Eso es vivir…

– Sí, y me parece bien, pero sufres y no pasa nada por resguardarse un poco de los demás, cerrar la puerta al amor, como le he dicho, vivir todas las relaciones que quieras sin un te quiero en la punta de la lengua y un ojo en las próximas vacaciones juntos.

– No exageres…

– Conócete. Además te gusta sentirte así, es lo que más me sorprende. Disfrutas el momento hasta sabiendo que le va a llegar pronto la caducidad.

– Pues igual tienes razón. Me ilusiono, me gusta sentirme enamorada o lo que sea, que puede que no sea amor, amor verdadero del de las películas, pero en ese momento lo veo factible, real, lleno de posibilidades y no sé disimular… Lo sé, si estoy feliz lo vas a ver desde lejos y si estoy hundida ni buscándome me encuentro porque estoy derrotada. Pero no puedo ser de otra manera, me gustaría, puedo hacerme la dura – o intentarlo- simular que no me afecta, que no me importa que dure o que se acabe, pero sabes que cuando llegue a casa voy a dar saltos de alegría o voy a llorar amargamente. Y como mucho te daré el coñazo por teléfono.

– No es problema para mí, pero seguirás sufriendo, querida. Aquí me tendrás, pero temo que cualquier día de estos no seas capaz de levantarte.

– Supongo que es el riesgo que corro por no cerrarle la puerta a sentir.

De repente nos dimos cuenta de que estábamos tan intensas que rompimos a reír. Pasarían los años, tantos como habían pasado ya, e incluso más y seguirían igual, con menos acné y con más arrugas.

– ¿Qué? ¿Pedimos otra?

– ¡Claro! Brindemos porque soy incorregible, porque tenemos otro enamoramiento que celebrar….

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