DUELOS Y BAÑOS

La primera entrada de estas gotas (link) fue sobre mi epitafio, mi muerte y mis restos. Empezar por el final, como una implosión. Igual Freud tenía algo que opinar al respecto. En ese post decía, y lo mantengo en la actualidad, que me tomo la muerte desde un punto de vista más prosaico que tremendista y sobre todo, la desmitifico casi sin darme cuenta. La innata actitud para morir.

La parca me da más dolor que miedo, y no tanto el dolor físico como el emocional de dejar a los que quiero, y casi más por ellos que por mí. Aunque suene egocéntrico. Desde siempre pensé que el que sufre de verdad es el que se queda respirando. Pocos momentos más duros y trágicos en la vida que ver a quien quieres encerrado sin vida en un ataúd.

Mi educación de trazas anglosajonas me da las tablas necesarias para aceptar estas cosas con serenidad y flema británica; y mi fe me hace ver la muerte como un episodio más hacia una vida mejor. Sufro, lloro, y sobre todo recuerdo, porque soy humana y sigo con pulso en las venas, pero reconozco que mi duelo es siempre con un poso de tranquilidad.

En estos días difíciles que me ha tocado vivir recuerdo haberle comentado a alguien que no me reconocía a mí misma, que las lágrimas eran estertores, la lucidez me abandonaba y me veía incapaz de racionalizar, era como vivirme en otra persona porque yo no soy así. En las grandes tragedias mantengo la calma, en las pequeñas cosas soy un manojo de nervios, y para los duelos me doy poco tiempo porque creo que quien se ha ido prefiere verme avanzar. Jamás olvido, va a hacer veinte años que murió mi abuelo, y sigo recordándolo a diario. No soy tan rara. Para conocerme sólo hay que ir a mi cuarto de baño, y en cada medio bote de cualquier crema o cosmético se puede intuir el tipo de persona que soy, es la intimidad más íntima, algún día los terminaré todo para poder empezar una vida de cero. Cada uno es como es y busca los inicios donde le parece.

Hoy, mientras me desnudaba para entrar en la ducha, con cierto temblor por un frío que no logro aceptar como natural, miraba esa hilera de asteriscos cosméticos y me preguntaba si alguien sabría interpretar esa herencia si falleciera hoy. Esto me ha llevado a pensar en si los demás entienden mi manera de avanzar en la vida, no es que me condicione, pero me intriga, y después de entrar en calor bajo un chorro de agua hirviendo, pude llegar a una conclusión. Creo que los que me quieren bien aceptan que sea capaz de levantarme y resurgir, no miran el reloj ni el calendario como en los lutos antiguos. Están ahí para apoyarme y auparme si pudiera flaquear, sabiendo que aunque ría aún quedan lágrimas por correr en mi piel. Pero hay malas personas (ya me avisaron) que parece que mientras presuntamente te consuelan buscan hundirte más y casi te recriminan querer seguir viviendo aunque tengas familia por la que pelear. Y si buscas sogas a las que asirte con sibilina maldad, ellas intentan echártelas al cuello mientras intentan convencerte de que así estarás más abrigada.

Mientras no olvido e intento seguir adelante, mientras sonrío pensando en quien no está -odiaba verme llorar porque «nada desarma más que las lágrimas de una mujer, y soy capaz de pedir perdón hasta de lo que no he hecho»- y sabiendo que mi conciencia está tranquila y mi dolor puede mecerse al compás del jazz, del carnaval o de los hielos de un Jack Daniels, creo que voy a identificar el bote que representa a esas personas, falsas judas y voy a tirarlos, sin más. No merece ni gastarlos…

Un comentario en “DUELOS Y BAÑOS

  1. Si tu conciencia está tranquila y nadie puede manejar tus sentimientos Rocío, todo lo demás sobra y no debe afectarte. VIVE!!, es la obligación de los vivos…y a llorar cuando toque.

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