Seguro que mis lectores masculinos me van a desmentir, incluso me arriesgo al abucheo, pero creo que el mundo se ha saturado de imágenes de mujeres en ropa interior, en pose lascivo, en situación insinuante. En estas fiestas, además, existe un ejemplo claro con los anuncios de colonias y perfumes. Desde antes que aquella siliconada embutida en látex o cuero, no recuerdo, buscara a Jack hay que reconocer que es un binomio fijo: colonia y sexo. Esto me consuela, no crean, mucho mejor un amante que huela bien que uno que apeste, pero también hay todo tipo de gustos, igual habrá alguien que prefiera comenzar una relación sexual con alguien que huela a mofeta.
El erotismo llegó para quedarse, el porno ya no tiene aliciente y hay pocas perversiones que nos impresionen. Forman parte de nuestra vida y el que más y el que menos se esfuerza en ser un exponente dentro de su categoría, que no es lo mismo peso pesado que peso pluma. No sé si como en atletismo hay una carrera (he escrito carrera, lo he hecho pese a que otras palabras se me enredaban en los dedos) femenina y otra masculina. A veces, si la cosa se complica o es rocambolesca, es una competición llena de obstáculos. Pero ya todo está hecho. La originalidad es imposible. Es más, solemos armar más revuelo acerca de los nombres con los que los definen (sapiosexual, metrosexual, ubersexual, lumbersexual…) que con las tendencias en sí.
Estoy transgresora, lo reconozco y pienso dar unas directrices básicas del erotismo entendido por mí misma, sabiendo que tengo razón. Repito, estoy rompedora no pedante, así que si defiendo estas posturas es porque he tenido más de una sesión de copas con amigas, conversaciones de pijama y chocolate caliente (aunque sea por teléfono) y charlas con desconocidas. Sí, que yo hablo hasta con las piedras, pero también escucho a todo el mundo.
Primera y más básica, no es un mito, no es un unicornio, nos gusta que nos hagan reír. En una conversación en la que salte la chispa de la risa hay muchas probabilidades de que esa electricidad se traslade entre sábanas. El dato que no debéis perder es que la otra persona se ría, porque claro, igual el presunto risueño se carcajea… pero sólo le hace gracia a él.
Los hombres inteligentes son eróticos. El físico importa menos. Un hombre irónico, que reine sobre el doble sentido, que sepa mantener una conversación más allá de lo básico, siempre será más atractivo que uno bellísimo pero cortito de inteligencia. Entiendo que habrá quien me diga que un buenorro también tiene su espacio aunque no sepa ni hablar, es cierto, lo tiene, pero no suele durar más de una noche, no nos engañemos, al quinto whatsapp sólo con emoticonos descubres que unos abdominales perfectos -ay- no lo son todo.
Sabemos que la mayoría de las veces, y salvo en caso de fetichismo, no miráis ni el color de la ropa interior. Os habéis afanado tanto en saber desabrochar el sujetador con una mano que da igual lo que llevemos puesto. No importa en realidad, y esta es la verdad, la ropa interior llena de encajes, los ligueros, las medias con costura, la llevamos para gustarnos nosotras, para sentirnos sexys y guapas. Estaría bien un comentario sobre lo preciosa que vamos debajo de la ropa, pero no es imprescindible.
Este consejo es muy importante, queridos. Los slips (braslips) no son atractivos. Llevan implícita la reminiscencia de la compra de ropa interior por parte de las madres, la infancia…eso no puede ser sexy. Tiradlos, dejad de leer en este instante, id al cajón y tiradlos todos. Boxers en cualquiera de sus formas, a ser posibles pegaditos, son lo que de verdad salvan una visión masculina en ropa interior. Hay casos, como Cristiano Ronaldo o David Beckham que da igual lo que se pongan, pero claro…también Irina con un saco de arpillera está rompedora.
Luego hay pequeños detalles en los que no está la cuestión definida, ahí es donde debéis investigar, mis queridos amigos. Por ejemplo, mientras para algunas las barbas son un básico imprescindible para que el atractivo sea un hecho, otras prefieren barbilampiños infantiles (creo que se ve cual es mi gusto). Los pantalones vaqueros de botones antes que las cremalleras, en esto hay dos corrientes claramente diferenciadas, siendo yo de la primera. Quitar una corbata suele ser un placer, un rito de iniciación sexual importante, pero también hay mujeres a las que les repele un hombre vestido de traje y corbata, aunque yo creo que son pocas y lo dicen más por defender una postura rebelde y antisistema. Un hombre en moto siempre queda bien, salvo que sea una mobylette con alforjas. Cuidado con el exceso de complacencia, una cosa es ser caballeroso y otra parecer inseguro, es una línea fina y controvertida, vosotros veréis, sucede lo mismo con un hombre que se preocupa por su aspecto o se pasa de «repulido».
Son muchos conceptos, lo comprendo. Volveremos a este tema en otra ocasión, repasando lo aprendido y dando nuevas directrices. Tened paciencia. Las mujeres no somos complicadas, de verdad.
Personalmente prefiero una voz bonita, una conversación inteligente y divertida, un bourbon en una mano y un cigarrillo rubio en la otra, una sonrisa de medio lado y jugar con la provocación hasta el límite. Pero bueno, eso sí que es subjetivo…pero reconozco que me encanta.
«Son muchos conceptos, lo comprendo», Cuatro. Cuatro y migaditos. Demuestra usted una fe infinita en la capacidad de comprensión del género masculino doña Rocío.
Por lo demás, se toma nota y se queda a la espera de las nuevas órdenes.
Qué grande es usted!
Jajajajaja intento ir despacio…que se fijen bien los conceptos antes de avanzar más…
Yo les adoro y confío en ustedes más que vosotros mismos…
Primero me cae un muy deficiente en normativa básica galante, luego se da por hecho que soy incapaz de comprender cuatro conceptos no muy complejos (cuatro) y ahora tengo que agradecer que se confíe en mí. Usted sí que sabe.
Verá como al final me va a tener un poquito de cariño…
el mito erótico de la mobylette con alforjas está infravalorado claramente, y más si las alforjas son «aguaeras». Apunto lo de los boxers, a ver qué pasa.
Haga caso…imprescindible.
A mí me gustan los hombres que no tengan que cambiar nada de si mismos cuando están ante una mujer, que se muestren tal cual. Es así como debe de gustar un hombre, o una mujer en el caso contrario. La decisión es mía, que me guste o no me guste como es, pero que sea real, así, si después se llega a una relación de convivencia, no hay sorpresas desagradables ni se te derrumba el castillo cuando se comporta «de andar por casa»…
En cuanto a los perfumes, me gusta que huelan a limpio, prefiero conocer su olor corporal mejor que la colonia que usa.
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definitivamente lo más importante es la actitud y el saber escuchar y ser atento aunque el bues vestir y la elegancia no están por demás. como dirán por ahí en gustos se rompen géneros.