Hazme reír. Dame colores. Es lo único que te pido, no es mucho.
No vamos a hablar de mundos infinitos llenos de dulzuras inacabadas. No quiero promesas mecidas en el arco de la luna. No me hacen falta tesoros de piratas, canallas de ultramar. No, no sufras buscando lugares inauditos, sorpresas grandilocuentes, regalos impagables. No necesito que viajemos y surquemos las calles de la mano. Es más, no necesito tu chaqueta en una noche de frío, que me abras la puerta al entrar al coche, ni que acerques mi silla cuando me voy a sentar. No busco que paguemos un hogar a medias, ni la factura de la luz. No voy a esperar latente al otro lado del teléfono ni voy enviarte mil mensajes queriendo saber de ti.
No, te lo prometo, no es eso. No busco el amor eterno que cabalga en unicornios que desprenden purpurina. No creo que vaya a sentir mariposas en el estómago, ni que se me ensanche tanto el suspiro dentro de mí, que se me acaben las ganas de comer. No pintaré distraída corazones en las paredes ni buscaré nombres infantiles que conjunten bien con nuestros apellidos. No voy a esperarte eternamente tejiendo bufandas ni bordando complicadas mantelerías para un ajuar. No padeceré insomnio pensando en ti.
De verdad, créeme, sólo pido lo que pido, nada más. No acecharé al cartero buscando cartas de amor ni te las enviaré perfumadas. No insistiré en la floristería si tienen algo para mí ni escudriñaré tarjetas ajenas esperando que haya alguna confusión y sean hermosos ramos de flores para mí. No miraré páginas webs con despampanantes trajes de novia. No pensaré que quiero regalarte por tu cumpleaños, ni haré una lista imaginaria de todos los regalos que quiero insinuarte que deseo por el mío. No compraré un marco de fotos para insertar una foto mía para ti. No miraré conjuntos mínimos de ropa interior adivinando tu gusto.
Temo no saber explicarme, no estar a la altura de lo que espero, y lo digo a ciegas, porque tampoco sé que esperas tú. Pero no me gustaría que esperáramos lo mismo. Que no avanzáramos en el mismo compás. Aunque ahora que lo pienso… No quiero que te sientas obligado a seguir mis pasos, a acompañar mis elucubraciones, a asentir mis razones. No quiero que abandones nada por mí porque yo no lo haré en ningún momento. No busco cuentas corrientes conjuntas ni pensamientos únicos. No quiero que seas de mi equipo de fútbol, ni que conozcas a mi familia. No iré a comer con tus padres ni te suplicaré que profeses mi religión. Ni siquiera te voy a pedir que bailemos juntos.
Sólo quiero reír, disfrutar y no pensar en nada más que en lo que me estás diciendo, abstraerme en la risa y descubrir todos los colores que quieras mostrarme, todos menos los negros y los grises, salvo que lleven de la mano la alegría de un color intenso, luminoso y feliz. Colores que me hagan cosquillas en las pestañas y carcajadas que me acaricien la garganta.
No quiero que me digas «te quiero», ni horas de pasión desenfrenadas causa de un amor intenso.
No quiero un «te amo» dicho con sinceridad lacerante de corazones y almas.
No quiero eso…o quizás…Sí
… yo también quiero