Tengo que decirlo, me veo en la obligación de dejarlo por escrito y aceptar el veredicto del público, que tanto me quiere, me agasaja y me regala su presencia. Sí, estoy agradecida y emocionada, como mi adorada Lina Morgan, pero no puedo dejarme llevar por la coacción del qué dirán, no puedo caer en la autocensura por el miedo a perder a alguno de los que pasáis por aquí y me regaláis vuestra compañía. Eso sería una cobardía indigna de mí, y vosotros me queréis valiente y torera. Lo sé.
Debéis saber que esto es una opinión subjetiva, lo es todo el tiempo, no hay nadie más que yo tras esta escalera. Yo sola la limpio y pulo la barandilla. Mejor no me veáis las manos, ajadas de tanto limpiar y frotar. Soy una víctima de la higiene y las letras. Así que en mi soledad me hablo y me contesto. Soy una Hamlet con teclas y sin calaveras óseas porque me dan reparo tenerlas en mitad del salón, que es donde escribo. Bueno, en mitad no, pegadita a una pared, como una niña castigada.
No dicto sentencia ni creo tendencia. Que estaría bien eso de ser una Trending Topic con pulso, o a lo mejor no, que a mí me presionan y salgo por peteneras. Mi perfil dictatorial es bajo y creo tendencia a nivel usuario, es decir, conmigo y nadie más. A veces incluso ni eso, porque me disfrazo, como hoy, de alguien en quien no me reconozco, es por exigencias del guion, pero yo aguanto con una fortaleza mental desconocida. «Soy como el junco que se dobla pero siempre sigue en pie». Qué me gusta a mí imaginarme los juncos y una rana al lado, pero una rana bonita y gorda, lustrosa en verde pistacho.
Inciso: no creo que haya ranas que se convierten en príncipes azules, ni viceversa, me falla el concepto príncipe azul, pero eso lo expongo otro día. Si no se me olvida que mi memoria está cada vez peor. Acabaré sucumbiendo a los rabillos de pasas por si es verdad, pero creo que es leyenda urbana. Necesito conocer el razonamiento lógico. Si alguien lo sabe…
Allá voy porque no quiero extenderme, no quisiera que al final después de tanto preaviso no me quedara espacio para poder contar lo que de verdad creo que es mi deber compartir con los demás. Era odioso cuando te reías en clase, sobre todo en esa adolescencia pava y llorona, y te pillaba la profesora y te decía: «comparte eso tan gracioso con el resto de la clase, y nos reímos todas» -siempre en femenino que en mi colegio sólo había niñas-. Pero qué coraje me daba… Es de esas frases que debían dar con el título, igual que algunas que decimos las madres como un copiar-pegar. Menos mal que si tenía derechos de autor ya habrán prescrito.
Pues bien, lo digo. Es el momento. Ahora, reconozco, me está entrando cierto repelús, un poco de miedo escénico, un que sé yo que no sé qué. Tampoco era tan importante e igual alguien se siente ofendido, y eso no es lo que pretendo. A lo mejor me equivoco dando mi opinión. Me lo estoy pensando. Pero después de tanto circunloquio y tanto rodeo, ya estaría mal dejarlo todo en el aire. Incluso eso podría enfadar más. A fin de cuentas yo, como dice Sabina, siempre he tenido la lengua muy larga y la falda muy corta.
Allá voy…no puedo soportar la expresión «disfrutón (disfrutona) de la vida». Me supera la frase. El significado. Todo el mundo disfruta de su vida. Y el aumentativo supongo que exige una felicidad extrema y no me creo que siempre, todos los días sean maravillosos. Nadie vive debajo de un arcoíris montado en un unicornio. Me sucede como con la expresión «yo me entiendo», una de dos, o piensas que soy idiota y no voy a entender lo que me estás diciendo o eres un mal educado que calla algo en una conversación. Entonces me entran muchas ganas de decir «¿por qué no lo compartes con el resto de la clase?» …y eso que no soy docente.
Buf, ya está. ¡Ya lo he dicho!
… pues muy bien dicho…óooleeee !!!!
… me suena eso de la falda y la lengua, oye, y no a Sabina precisamente…
Jajajajajaja que larga eres!!