«SÓLO QUIERO QUE ME QUIERAN»

Churchill y Orson Wells son las personas que más cosas han dicho después de muertos. Han debido de tener médium particular o un servicio de telégrafos excelente desde el más allá, algo de calidad, de ricos, porque jamás se ha cortado la comunicación. No dejo de pensar que se han adaptado tanto a las nuevas tecnologías que whatsappean sin rubor y tienen una cuenta de tuitero superestar con nombre supuesto. Tampoco me atrevería a negar con rotundidad que ambos utilicen su nombre real desafiando las leyes de la inmortalidad.

Con Marilyn Monroe pasa más o menos lo mismo, existen miles de frases que yo no estoy segura de que haya dicho fuera de lo que le indicaba el guión de alguna de sus películas, pero como tengo adoración por esa rubia miope, las doy por buenas sin complejos. Las acepto siempre que me gusten, que sobre éstos no hay nada escrito y al respecto no acepto discusión.

Puede, insisto que fuera una de esas frases póstumas que jamás existieron, pero sin embargo a mí me cuadran en ella, se ajustan tanto a la manera de ser que yo me he formado de ella como ese adorable vestido rosa chicle con el que interpretó una verdad inequívoca: «los diamantes son los mejores amigos de una chica».

Inciso: Vengan a mí las hordas de feministas que consideren que es mucho mejor un «pantalón cagado» de algodón cien por cien ecológico, pero mi relación con la naturaleza la siento más cercana por medio de esos adorables trozos de carbón pulido. Soy una mujer de gustos sencillos, me gustan las pequeñas cosas, pero no soy estúpida.

Cuentan que cuando en una entrevista le preguntaron por qué se casó tan joven, posó desnuda y tenía tantos affaires, ella sonrió tímida y contestó «sólo quería que me quisieran». Hay otra corriente que sitúa esta frase durante el famoso «Happy Birthday» a JFK y lo que presuntamente dijo fue: «No quiero que me comprendan, sólo quiero que me quieran». El mensaje es el mismo.

A veces las personas más introvertidas, más necesitadas de afecto y más miedosas, son las que parecen más abiertas socialmente llegando incluso a parecer atrevidas por ciertos sectores más mojigatos de la sociedad. Pueden resultar alegres, dicharacheras como la rana Gustavo y hasta promiscuas, -entendiéndose el promiscuas como adjetivo femenino plural que corresponde a personas, no como una cualidad netamente femenina, que yo con un palo al feminismo radical por post, tengo bastante- pero en el fondo subyace la timidez y las ganas de caer bien, de que «te quieran» como decía la Monroe.

El problema es la confusión que causa tomar esas decisiones pues los demás piensan que son personas fuertes, curtidas y capaces de solventar con media sonrisa cualquier problema o desilusión. Y es todo lo contrario. Sufren y lloran, blanditos como el muñeco de los Cazafantasmas. Y para salir del pozo de ese desamor o falta de afecto, se vuelve a las andadas culpando al refranero con sus moras verdes.

Para las féminas también vale cualquier femme fatale con un buen guión de cine negro, la Bacall ayuda en estos casos: » Una mujer no está completa sin un hombre. Pero ¿dónde puedes encontrar a un hombre -un hombre de verdad- en estos días?» Y que además, como anhelaba Norma Jean, sólo -nada más y nada menos- te quiera. Difícil, para que negarlo…sin acritud.

 

 

2 comentarios en “«SÓLO QUIERO QUE ME QUIERAN»

  1. Doña Rocío, gran entrada. Ha tocado usted un asunto de una gran profundidad y me alegro que lo haga alguien de su sensibilidad porque tengo la sensación de que no ha agotado el tema y, en algún momento, volverá sobre esto.

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