Esta mañana como una madre diligente y conocedora de sus tareas, después de hacer varias de las llamadas «del hogar» y que odio con mis instintos más primarios, me he dispuesto a rellenar la documentación de la matrícula para escolarizar a mi hija, en el mismo centro en el que está. Mi hija estudia en un colegio público de la Junta de Andalucía.
Reconoceré, en primer término y por no faltar a la verdad, que muy diligente no he sido. Tengo la documentación desde hace una semana y el plazo de entrega pese a empezar ayer, termina el viernes. Hay tiempo, me dije, además ya le he hecho las fotos que es lo más pesado. Sugiero desde aquí la técnica de postivar las tareas hechas, frente a las que quedan por hacer, para vivir más feliz con uno mismo. O con menos remordimientos.
Empiezo a rellenar con mi boli azul, en mayúsculas, como una niña aplicada. Apellidos, nombre, fecha de nacimiento. Vamos bien, me la sé todas. Voy a sacar un diez. Siguiente pregunta. Número de hermanos, es fácil, tiene una. Entonces me planteo que pasa con los que tienen hermanos de padre pero no de madre, de madre pero no de padre, supongo que todo suma, por mitades estaría feo. Uf, me libro de tener que resolver ese problema. Teléfono: lo escribo rápido, del tirón, un número en cada casillita. Sexo: Oh albricias, sólo dos casillas, V/M. Varón/mujer. Vaya, que poco correcto y además, había salido adelante una ley sobre la transexualidad que incluía niños…bueno, yo por si acaso hago mi primorosa equis en mujer. Dirección, localidad, código postal, provincia y correo electrónico, estoy en racha, voy con todo, me lo sé.
Siguiente epígrafe: Apellidos y nombre del representante o guardador legal 1 (con quien convive el alumno/a y tenga atribuida su guarda y custodia). Aquí reconozco que he estado rozando la genialidad, he mirado que la firma solicitada al final era la del guardador o representante legal 1, así que me he puesto la primera, así lo dejo firmado. No lo he hecho por más motivos, que yo no necesito sentirme más por ser el uno que el dos, si fuera primero o segundo quizás me lo plantearía, me temo que lo de los números ordinales y cardinales a mucha gente se le atraganta. Mientras me regocijaba he sido consciente de algo que se ha quedado en mi subconsciente: ¿Guardador? Vaya, no han puesto Guardador/a, se están perdiendo las formas, estoy por denunciarlo.
No quiero ni decir cómo me siento con que me digan guardador, parece que he dejado una caja fuerte en un banco suizo o tengo un trastero en Arkansas, uno de esos que si no pago religiosamente, lo subastan. La excepcionalidad la remarcan tanto que al final se hace histrionismo, ya puestos podían dejarlo en lo de la guardia y custodia…(esto tampoco lo han pensado bien, porque tiene cierto aire de Angelito de la Guarda).
Escritos los números del documento nacional de identidad, llegan los datos del centro. En este apartado soy una profesional y pongo CEIP, así, con soltura, justo antes del nombre del centro. Domino la terminología. Entonces llega un momento especial para mí, una gracia -que no tiene ninguna- que hago todos los años, una tradición. Como es para el curso que viene, tengo que señalar con otra equis a qué curso irá mi hija; entonces llamo a la niña, y le digo que tengo que preguntarle algo importante. La pobre viene asustada y le digo: «Julia, tengo que rellenar la matrícula, me piden el curso que viene, ¿crees que repetirás o pongo el curso siguiente?» La niña siempre abre los ojos desmesuradamente…»Mamá, claro que no voy a repetir». Pequeña maldad la mía con una niña que tiene sobresaliente en todo menos en gimnasia y matemáticas.
Luego viene la hoja dos. La de la ficha del alumno para el centro. Hay que repetir los datos, ahí si nos llaman Padre o Tutor, Madre o Tutora. Me siento más cómoda. Me reconozco. Todas las respuestas las voy contestando con solutra. Lo que me irrita es que todos los años me pregunta si estoy en proceso de separación o divorcio. ¿Hay alguna razón para esa insistencia? Empiezo a plantearme que saben algo que yo desconozco…Cuando elijo de entre cuatro religiones más la opción de la alternativa a religión, autorizo si pueden hacerle fotos o trasladados a un Centro de Salud si así lo requiriera la ocasión -¿alguien puede negarse a eso?-…veo que por fin firmo y se acaba el trance.
Ahora sólo tengo que adjuntar una fotocopia de la cartilla de vacunación, como si mi pobre hija fuera un perro. Resoplo. Un año más he librado la batalla, he salido vencedora. Sólo me queda una fila infinita de madres, padres, guardadores, tutores, representantes, que con docilidad y exceso de verborrea, esperan para entregar la documentación. Ya queda menos.
¡Oh cáspita! Aún tengo que rellenar la matrícula de la mayor, y en el instituto aún es más extensa. Menos mal que tengo varios días para reponerme. Creo. Que yo siempre soy razonablemente diligente….
Señora Guardador 1, quiere dejar de escribir entradas crujientes y ponerse a inscribir a Vastago/a 1 en el insti. Pero ya.
Mañana….(?)