Quizás debiera ponerme a trabajar, en realidad estoy segura de que tendría que hacerlo, pero hoy no tengo a nadie mirando, me he puesto el pijama de lunares y me estoy haciendo esperar.
He rebuscado en mi lista de Spotify y le he pedido a Michael Bublé que me cante villancicos a ver si consigo ambientarme y llenarme de Navidad, pero no lo consigo y eso que él está poniendo todo de su parte. La culpa es toda mía, ha venido hasta con el smoking puesto, ¡qué más se puede pedir!.
Debe ser por el trabajo absorbente, porque no he ido todavía a morir aplastada en algún centro comercial (Los Reyes Magos este año han delegado en Amazon), o porque me estoy haciendo mayor, pero el espíritu navideño aún ha hecho que me cosquilleen las mariposas en la tripa y en el fondo me produce cierta tristeza, como si estuviera renunciando a un placer sin razón aparente.
También es cierto que esta Navidad va a ser dura, diferente y no sé muy bien como gestionar tanta novedad, así que voy posponiendo el momento de hacerme a la idea de que este año la cosa cambia y es probable que sea para siempre. Una cobardía como otra cualquiera que me hace retrasar el momento de cantar villancicos y y dar besos y abrazos indiscriminadamente imbuida del alma del espumillón y el portalito de Belén.
Además de la familia, que son refugio, sé que hay gente que me quiere, tengo amigos que adoro y aunque es verdad que algunos ya no están, los recuerdo con una sonrisa. No olvido que estáis vosotros que con santa paciencia habéis aguantado mis malos momentos, los buenos, las ausencias y las risas. Debería ser feliz. Muy feliz, pero algo me aprieta un poco el corazón hasta dejarme a veces con la respiración sostenida, y no me gusta sentirme así.
Pese a todo espero que cuando llegue la hora de amasar los roscos, de echarle el ron al pudding, de correr con bolsas llenas de regalos o de ingredientes de última hora, aparezca ese espíritu que tengo un poco perdido. Me lo merezco, yo siempre defendí que no se puede odiar a la Navidad.
Por si acaso, por si las cosas se ponen estrechas de tiempo libre y el descanso al final me coincida con la comida del día 25, aprovecho el momento de hoy para felicitaros las pascuas, como se dice por el sur, que el año que viene os venga cargado de cosas buenas y por celebrar -jeje- y sobre todo que seáis muy felices.
Feliz Navidad.
Las Pascuas creia que eran cuando ermina la Semana Santa. De ahi el dicho de «Pascuas a Ramos»que viene a se un año. Muchas gracias y por mi parte, entendiento lo que dices, tambien te envío mi felicitación.
En Sevilla se felicitan las pascuas ahora…. No sé si está bien usado o no, pero es así.
Felices Pascuas Manojito bonito y gracias siempre, pequeña.
Lo mejor para vosotros
Aaaaahhh !!! Besos de abuela sevillana, (a Rocío hija suavitos)
Sí que es verdad que antes se decía Felices Pascuas, es mas, las tarjetas navideñas así lo decía.
Niña, arriba ese ánimo y recupera pronto esa ilusión que de momento no encuentras.
Tampoco mi Navidad será igual este año, pero yo sí sé por qué…
Besos.