Llueve con esperanza. Con la candente constancia de las gotas grandes que rebotan contra el suelo, con la humedad que se acerca a los tobillos y sin embargo, con luz.
La acuosa calidez del agua tibia por el sol hace que resulte una lluvia higiénica, confortable, como un día de verano en un río de asfalto. Una lluvia que refresca en el acalorado momento de pasión efervescente.
La primavera me acerca a ti y en el paseo no temo a la lluvia que semejan lágrimas porque seguro que me espera al otro lado de la calle justo en el horizonte del recoveco, un soleado beso de abril.