MADRE

Ser madre no es parir.

En estos momentos de obviedades y a la vez, de locura generalizada sobre qué es ser mujer, quién es mujer, qué hace falta para ser mujer y desde cuando puedes ser considerada mujer, sentirte mujer, yo me voy a quedar con la mujer que es madre.

Creo que este post valdría también para un padre, incluso para dos padres, o padre y madre, o dos madres, o madres solteras o padres solteros.

¡Jesús qué difícil es escribir en estos tiempos hasta cuando no eres políticamente correcta!

Antes con un sustantivo plural o sustantivo colectivo arrimabas a todo el mundo al mismo ascua, ahora necesitas hacer más matizaciones que la melena de Gunilla von Bismarck (desde aquí mi fascinación por esta señora, antes y ahora).

Al final se me va a olvidar de qué estaba escribiendo, que ya tengo una edad.

Me voy a referir a las madres, pero por favor consideren que es un término como los antibióticos: de amplio espectro.

También es cierto que ayer me enseñaba una amiga la noticia de quien se está ofendiendo por la palabra madre y ahora hay que diferenciar entre la madre al uso y la mujer productora de óvulos y yo que sé, yo no me veo como una cadena de producción y montaje, pero a saber si estoy equivocada.

¿Conseguiré plasmar mi idea o tendré que dejarlo para mañana? Creo que no me cabe en este post un circunloquio más. Reconozco que le temo más a que no se me entienda a que, por mano del demonio, se haga viral y me cancelen de todas partes ¿de qué partes? Ah pues eso, que me da igual.

A lo que iba que el tema es serio.

Tener un hijo es un conjunto de amor y preocupaciones a partes iguales. Cuando te unes a alguien se suele decir que dejan de ser dos personas para convertirse en una, que eso está por ver, pero es cierto que ese dúo se convierte en una unidad. Cuando tienes un hijo dejas de ser persona y desapareces, pero queriendo.

Quizás no estoy preparada para la maternidad que viene, incluso la que ya está, pero no puedo comprender que los padres se coloquen por encima de sus hijos. El egoísmo de un progenitor para con sus hijos es algo inaudito.

He visto madres llevar a hijos con ropa más que usada mientras ella tenía el armario lleno de ropa con etiquetas, a madres añadiendo extraescolares a sus hijos para irse al gimnasio o a tomar café con las amigas, semanalmente. Conozco parejas que aparcan a sus hijos con sus abuelos en las vacaciones de verano o navidad y ellos irse a todo lujo sin ellos. Padres separados que en el tiempo que tienen a sus hijos en vacaciones se quedan en la ciudad trabajando y cuando tiene su quincena sin ellos se van a la playa.

Si me separase y tuviera que dejar ir a mis hijas con su padre (que es un padre ejemplar) se me rompería por dentro el alma y al volver a tenerlas no querría estar ni un minuto sin ellas. Y eso que ya son mayores.

Quizás lo que se hace ahora está bien, pero mi prioridad, en estos tiempos que corren, es estar con mis hijas todo el tiempo libre del que dispongo quizás porque es poco. Quizás me enseñaron que lo primero son los hijos, su bienestar, su cuidado, su salud y hasta sus caprichos. Y sobre todo porque he tenido el ejemplo de mis abuelos y de mi madre.

Si estoy equivocada me va a costar salir de ese presunto error porque para mí quien se coloca por encima de sus propios hijos, sean naturales o no, no es de fiar.

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